La escuela del 2018, me gustaría que fuera, aquella donde docentes, alumnos y alumnas son los verdaderos protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Con pizarras digitales, con ordenadores en el aula, abierta al exterior, con todos los recursos necesarios, pero sin olvidar su función pedagógica.
En la escuela debemos enseñar, enseñar a aprender por uno mismo, enseñar autonomía y autoestima, enseñar conceptos y contenidos científicos, enseñar a ser ciudadanos responsables, enseñar motivando y estimulando. Esta es nuestra responsabilidad.
Se aprende en muchos lugares y cada vez accedemos más rápidamente a la información y en cualquier lugar. Pero sólo la escuela ofrece la opotunidad de que estos aprendizajes se realicen en grupo, cumpliendo así una función socializadora que no tiene parangón.
Además de aprender, en la escuela hacemos amigos y nos relacionamos. Sin olvidar el vínculo que se crea entre profesores y alumnos. ¿Quién no recuerda a sus amigos del cole o a sus profes?
Me gustaría que en el 2018 la escuela fuera más valorada, no porque resuelve los problemas de asistencia, (los niños y niñas pasan allí cada vez jornadas más largas) sino porque lo que aprendemos allí nunca se nos olvida.
